domingo, 24 de julio de 2016

Sin título

Hoy me da igual todo. Siento que mi cuerpo no es mío; siento que mi cuerpo no me pertenece, siento que nunca me ha pertenecido del todo. Siento que la única manera de que me pertenezca del todo es masacrarlo, cambiarlo, pintarlo de rojo y luego limpiarlo. Pero no puedo hacerlo. No puedo. Siento que no soy válide en ningún lugar. Siento que todo lo que he sentido durante mi vida no ha sido nunca válido, que no es ahora válido, y que nunca lo será.

Ya me da igual todo. Solo quiero hacerme daño, sólo quiero sentir el poder, el control una vez más. Pero no sé si esta vez seré capaz de controlarme. Hace ya tiempo que siento que mi corazón está o demasiado calmado o va demasiado rápido, y no estoy segure de cual de las dos cosas me aterra más.

Tengo ganas de vomitar, pero no puedo hacerlo. Tengo ganas de llorar, pero no puedo hacerlo. Tengo ganas de abrirme en canal, sacar mis tripas, mis órganos, y con ellos expulsar mis miedos, mis temores y mis sentimientos de un cuerpo que nunca ha sido mío.

Me siento sucie todo el tiempo. Me baño y me limpio constantemente. Me expongo al viento agitado cada noche porque siento que me limpia, aunque sólo sea un poco. Siento que no valgo nada, siento que mis sentimientos son inválidos, siento que no debería seguir aquí.

Echo de menos ver sangre; echo de menos ver mi sangre. Echo de menos sentir el control. Echo de menos destrozarme por fuera porque por dentro ya no puedo destrozarme más. Siento ganas de gritar, pero no puedo. Siento ganas de desgarrarme la garganta, pero no puedo. Siento ganas de morir, pero no puedo hacerlo. El miedo que tengo a la muerte es casi tan grande como el que le tengo a la vida.

No quiero salir de mi habitación, es el único lugar en el que me siento más o menos tranquile, en paz. Si salgo, tiene que ser sin nadie más. Si salgo con gente me agobio, siento que me juzgan, siento que juzgan mis sentimientos, que juzgan mi cuerpo; un cuerpo que nunca ha sido mío.

Me destrozo las manos cuando los nervios se apoderan de mí. Me destrozo las piernas a puñetazos cuando siento que mi cuerpo no es mío. Me destrozo, en definitiva, cuando siento que estoy fuera de mí. Y eso, el estar fuera de mí, es algo que me sucede todo el tiempo.


Siento que no siento. Siento que todo es irreal, que haga lo que haga, no lo hago por mí. Siento que todo está desconectado, y que yo estoy desconectade del mundo y de la realidad (si es que hubiera alguna). Me siento tan desconectade del mundo como lo estoy de mi cuerpo; y eso, si has llegado hasta aquí, ya sabrás que es mucho.